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viernes, 4 de febrero de 2022

Formación de Facilitadores Juveniles "Proyecto BECOME SAFE"

 Durante los días 22 y 24 de enero del 2022, DNI ESPAÑA realizó la formación presencial para los Facilitadores Juveniles  en el marco del Proyecto Become Safe, continuando  con un proceso mas práctico el 30 y 31 de del mismo mes.

La empatía lograda por los y las participantes a raíz de sentirse identificados con varias situaciones en las que no tenían el conocimiento necesario para poder afrontar circunstancias poco favorables durante su movimiento/traslado migratorio, ha llevado a ellos y ellas a participar con mucho ímpetu y querer aprender sobre derechos y violencias y como éstos afectan a los niños, niñas y adolescentes en contextos migratorios.  Desde DNI España en el marco del desarrollo del Proyecto Become Safe se imparte las formaciones para los FACILITADORES JUVENILES para que que ellos y ellas generen dos procesos entre pares, una consulta a personas menores de edad y a partir de los insumos brindados en dicha consulta realicen una campaña informativa y de sensibilización. Con los resultados obtenidos del proceso de formación y consultas, con los formadores juveniles se realizará una mesa redonda de devolución de resultados en donde se invitarán a autoridades y técnicos de los servicios sociales y ONGs.

Agradecemos también la colaboración de FEPA Zaragoza quien nos facilitó la participación de los Colaboradores Juveniles.







jueves, 3 de febrero de 2022

La reforma que dio esperanza a los niños que migraron solos: "Ahora puedo pensar en el futuro"

 

El cambio en el reglamento de Extranjería ya ha permitido a cientos de jóvenes tutelados y extutelados  conseguir sus primeros empleos. Las organizaciones valoran la reforma, pero advierten de que los papeles por sí solos no son la solución. Hace falta más apoyo integral cuando los chicos salen de los centros de acogida a los 18 años.


Solayman Zbiakh recuerda vivamente la primera vez que habló con su madre después de que su patera, en la que también viajaba su hermano, llegara sin problemas a la cosa de Cádiz. Él tenía 16 años y su hermano, 18. "Ella no paraba de llorar y de gritar. De alegría porque habíamos llegado bien, pero también de tristeza, porque ya no estábamos allí. No quería que viniéramos, pero era necesario, necesitábamos dinero. La primera semana después de irnos se la pasó entera en la cama, llorando", afirma.

El mes pasado, Solayman, de 20 años y un acento ya más gaditano que magrebí, pudo cruzar a la inversa los 14 kilómetros de agua incierta que le separan de su Tánger natal. Esta vez, sin riesgos, en ferri, sin pagar grandes sumas de dinero a un traficante, con su pasaporte en una mano y su permiso de residencia en España en la otra. "¡Ojú! Cuando me vio mi madre, también se puso a llorar. Y no paraba", dice. Pero era un llanto distinto. Habían pasado tres años y ahora solo volvía de vacaciones. "Ya puedo ayudarla cada mes, cuando le envío parte de mi nómina", asegura orgulloso.

Nómina. Esa palabra nunca había formado parte de su vocabulario, pero que ahora la lee cada mes en la carta, junto a otros conceptos como Seguridad Social, contingencias comunes, retención o formación para el empleo. "¿Qué sentí con la primera? ¡Hostias! Sentí que tenía dinero mío por fin, que podía ahorrar, comprar cosas que me hacían falta, ayudar a mis padres y mis seis hermanos. Sentí que ya podía pensar en el futuro", explica desde Chiclana de la Frontera, donde trabaja en una empresa de alquiler de maquinaria.

Ya van más de seis nóminas seguidas y se puede afirmar sin miedo a equivocarse que Solayman Zbiakh es un chaval feliz. Feliz y trabajador, y eso ya es mucho en un país sacudido por la mala salud mental de sus jóvenes y la endógena precariedad que les envuelve, más aún después de la pandemia. Pero Solayman ha tenido que superar retos más duros que la irrupción de un virus que, curiosamente, para él supuso la primera oportunidad de tomar por sí mismo las riendas de su vida.

El Gobierno aprobó en 2020 un decreto especial para que chavales migrantes extutelados como él, de entre 18 y 21 años, pudieran trabajar en el campo, cuando todo el país estaba confinado y no había mano de obra. Solayman, como otros 400 chicos, rellenó el papeleo con la ayuda de la ONG Familias Solidarias para el Desarrollo, que trabaja en Chiclana acogiendo a los chicos, migrantes o españoles, cuando salen desamparados del sistema de protección al cumplir 18 años, explica Juan Molina, su director. Al poco tiempo estaba cogiendo fresas en Huelva.

Fue el primer empleo de su vida, "y muy muy duro", matiza entre risas, pero tenía fecha de caducidad a los pocos meses. Él pudo aprovechar esa coyuntura para renovar sus permisos trabajando en un restaurante al poco tiempo. "Pero sin la última reforma del reglamento de Extranjería, ahora no habría podido renovar los papeles y no podría trabajar ni nada", detalla el joven a través de una video llamada. Se habría convertido en migrante en situación irregular, en un simpapeles.

"Esto me ha cambiado la vida, así de claro. Siento que ya soy una persona responsable, que tiene que organizarse y calcular, pero también soy libre. Puedo trabajar, ganarme la vida. Antes no podía". Solayman se refiere a la reforma del reglamento de Extranjería para jóvenes tutelados y extutelados que aprobó el Ministerio de Inclusión, Migraciones y Seguridad Social el pasado octubre.

Fue la medida en materia migratoria de mayor calado desarrollada hasta ahora por el Ejecutivo. Al menos en lo que respecta a los derechos adquiridos para la población migrante. En palabras del ministro José Luis Escrivá, el cambio venía a corregir una "anomalía" que durante décadas ha condenado a los menores extranjeros no acompañados, tutelados por las comunidades autónomas, a una más que probable exclusión social y a la irregularidad sobrevenida.

FUENTE: https://www.publico.es/ 

NOTA COMPLETA: https://bit.ly/3sgZnoL