Los estudiantes españoles, ejemplo internacional de adaptación a un mundo interconectado y globalizado
Javier M. Valle, Universidad Autónoma de MadridLa palabra “Pisa” suena a la ciudad italiana con la torre inclinada. Pero para los profesores es también sinónimo de comparaciones internacionales de rendimiento académico de estudiantes.
La “culpable” es la OCDE. Desde hace dos décadas utiliza PISA como acrónimo para su Programa Internacional de Evaluación del Rendimiento –Programme for International Student Assessment, en inglés–, que valora las competencias lectora, matemática y científica de los estudiantes de 15 años en diferentes países desarrollados. Ahora ha medido la Competencia Global. En ella, los españoles están por encima de la media.
Tras 20 años, la OCDE ha ampliado sus análisis y ha valorado en el 2020 lo que denomina Competencia Global (CG). Últimamente, esta está siendo trabajada prolíficamente. Hace poco se ha publicado el libro de Fernando Reimers Educación global para mejorar el mundo (2020) y se ha defendido la tesis doctoral de Mª Paz Menéndez La educación para un mundo globalizado.
La globalización y la internacionalización de los procesos sociales, políticos y económicos a los que ha dado lugar son fenómenos que han propiciado este auge.
La pandemia ha puesto de manifiesto más que nunca la necesidad de atender a los problemas globales desde nuestro espacio próximo, pero con perspectiva supranacional.
En los tiempos que corren, las soluciones del estado-nación no tienen la escala adecuada para resolverlos. ¿Hubiera llegado a España la vacuna el 27 de diciembre sin el concurso de la Unión Europea?
Cómo se define la Competencia Global
Pero ¿de qué estamos hablando exactamente? Toda competencia cabe expresarla con una definición (desempeño) y unas dimensiones (que, puestas en acción de manera combinada hacen posible, de forma eficiente y contextualizada, ese desempeño).
La CG se define con el desempeño de desenvolverse en un contexto social de globalización y participar en ese contexto de forma activa y constructiva, teniendo en cuenta los puntos de vista de diferentes grupos sociales y culturales.
En su dimensión cognitiva (conocimientos) esta competencia implica conocer los problemas globales (sostenibilidad, cambio climático, movimientos migratorios, grandes conflictos geopolíticos…) y asumir que es necesaria para resolverlos una interconexión entre instancias locales, regionales, nacionales y supranacionales.
Pero también conocer la diversidad de expresiones culturales que presenta la especie humana y asumir, sin negarlas, una conceptualización de dignidad humana que nos lleva a comprender desde esa dignidad compartida la igualdad de todas las personas por el valor igual que tienen como miembros de una misma especie.
Y, del mismo modo, relacionar esa dignidad humana con un marco de derechos inalienables como son los derechos humanos.
En su dimensión instrumental (destrezas) la CG supone adquirir herramientas tales como el diálogo constructivo, la gestión adecuada de los puntos de vista en contraste con los de otras personas diferentes o la resolución de conflictos.
En la dimensión actitudinal (referida a los valores) es preciso desarrollar, como mínimo, una conciencia profunda de respeto a los demás, de aceptación de puntos de vista distintos –con el límite de que no ataquen la dignidad humana ni los derechos fundamentales que son intrínsecos a esa dignidad- y de apertura a la interculturalidad, junto con asertividad y empatía. Se trata de aplicar, en síntesis, el reto de pensar globalmente y actuar localmente.
España, con 512 puntos frente a los 499 del resto
Según el Informe Español sobre Competencia Global, los estudiantes españoles son mejores en ella que los de otros países desarrollados. La valoración de la competencia está desarrollada en el informe desde varios índices tales como los relacionados con cuestiones globales (conocimiento sobre esas cuestiones, autopercepción de eficacia para resolverlas o iniciativa respecto a ellas), actitudes hacia los inmigrantes, comunicación intercultural, interés por aprender sobre otras culturas, comprensión de las perspectivas de los demás, respeto a las posiciones de otros…
En efecto, los alumnos españoles obtuvieron 512 puntos en Competencia Global frente a los 499 de media de los países del estudio. Una idea más completa de esa posición la encontramos si se compara con otros países.
Conocimiento sobre problemas específicos
En el Informe General de la OCDE vemos que esa puntuación supone la posición 25 entre 65 países. Una posición mejor si nos referimos a indicadores concretos. Por ejemplo, en el conocimiento sobre algunos problemas globales específicos como la pandemia España ocupa el puesto 19. Y en la prueba de conocimientos sobre asuntos locales conectados con temas globales, ocupa la posición sexta sobre 27.
Quiero terminar con uno de los indicadores que me parecen más significativos: en la comprensión de la perspectiva de otros, España ocupa la novena posición entre 65 países analizados.
Es cierto que todas estas medidas hay que tomarlas con cautela. Las comparaciones deben tener en cuenta las diferencias de contexto y socioeducativas de cada país. Además, muchas de estas medidas, salvo las de la prueba de conocimientos, se basan en autopercepciones de quienes responden, que pueden inducir a descripciones subjetivas.
En cualquier caso, eso afecta a todos los países, por lo que no debe invalidar la conclusión general: el sistema educativo español prepara bien a sus estudiantes para vivir en un mundo interconectado y entenderlo desde una perspectiva de globalización.
Algunos factores que representan un importante cambio social en la España de las últimas décadas pueden estar detrás de estos datos. Uno puede ser la mayor movilidad de sus alumnos, derivada de programas de intercambio europeos. También la actitud activa hacia la información de las redes.
El escaparate global que supone la web hoy, y que da acceso a la aldea global desde la ventana del ordenador es, sin duda, una fuente para asumir la interconexión internacional e interiorizar conocimientos y actitudes relacionadas con la competencia global.
También ha podido influir que el currículo español ha incorporado con fuerza temas globales (cambio climático, sostenibilidad, energías alternativas…) Pero siempre se puede hace más.
La nueva LOMLOE tiene una gran oportunidad para hacer, desde un enfoque realmente competencial, una revolución curricular que coloque los Objetivos para el Desarrollo Sostenible como piedra angular de los contenidos esenciales que será preciso transmitir a niños y jóvenes. Seguro que con ello la Competencia Global será aún mejor.
Javier M. Valle, Director del Grupo de Investigación sobre Políticas Educativas Supranacionales, Universidad Autónoma de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.